sábado, 12 de julio de 2008

La Ciencia de la Amistad.

Marcos el amigo de Flor - Albert Einstein
(Fotografía- Gonzalo Delloro)


Recuerdo aquellos días de la infancia en los que el garaje de la que era casa en mi infancia era un corredor de niños. Mis hermanos y yo, cada uno con sus amigos pasábamos horas sin fin en el que para nosotros era el polideportivo más gigante de la ciudad.
No había reglas, excepto…
“NO JODER”.
Mi mamá nos afueraba (es mi antónimo de encerrar) en ese garaje, todos juntos para que desarrollemos todo tipo de actividad recreativa que quisiéramos.
No había reglas, excepto…..”
NO JODER”.
Bailábamos, practicábamos tomas disparatadas de karate, judo o que se yo que arte marcial inventado por nosotros mismos. Patinábamos, cantábamos, jugábamos a aquel viejo verdad-consecuencia. Respetábamos todas las reglas, excepto esa…
“NO JODER”!

¿Eran otros tiempos?
No sé….creo que nada de eso esté perdido.

En mi casa, en este momento están los amigos de mi hija Flor, Marcos y Valentina. Son amigos ya hace varios años, desde que tenían cuatro.
Media vida.
Eso sí es mucho para una amistad.

En invierno…..cantan, bailan, juegan al verdad consecuencia, escuchan música…(dios que enorme sacrificio el mío, la casa retumba por todos los rincones).
Me divierto mucho, entro al cuarto y veo a Marcos tocando una guitarra.
¿Qué que tiene eso de gracioso? La guitarra es una pala de playa. Y lo escucho acotar con una sonrisa: _¡Soy Paul McCartney!
¿No es genial el poder de la imaginación?

Escucho que mencionan el cuarto oscuro, también recuerdo ese juego, donde uno sale del cuarto, los otros se esconden y el que salió entra a oscuras tratando de encontrar a los otros que sigilosamente se van rotando de lugar.

En verano otro gallo cantaba. Siempre veraneábamos en la misma ciudad. Mi mamá nos llevaba a los 4 hermanos y mis 3 primos a la casa de mis abuelos, que vivían aun dos cuadras del mar. Pasábamos todo el día en la playa, y nunca faltaba algún que otro invitado.
Esas eran vacaciones.

Yo, en cambio no llevo tantos niños de veraneo, pero recurro a la pileta que queda en frente a mi casa. A veces mi mamá nos acompaña.
Alrededor de las 4.30 empiezan a llegar, con sus mayas, sus tablas, sus pelotas, sus gorras, sus ganas de romper aquella vieja regla….esa que dictamina “NO JODER”.

Hace años mantenemos este ritual, me hace bien ver a mis hijas crecer entre amigos. Verlos reír, crecer, aprender y compartir.
Sin lugar a dudas ésta es la mejor herencia que recibí de mi mamá.

P.D.: Me acaban de informar que inicia la guerra de almohadas, si alguien tiene refugio para mi y Lolita, aviseeee!


3 comentarios:

Felipe dijo...

Tienes el premio Dardo 2008 en mí blog, pasate a por él y compártelo.
Espero que lo disfrutes con tus hijos y sus amigos en ese rincon de juegos y recuerdos.
A sido un placer el recorrer tu espacio y haberte descubierto.
Un saludo desde VAlleKas, Madrid.

En El Corazón del Bosque dijo...

Quiero pensar que todo aquello no está perdido. Que no todos los niños están atontados con la wii, la nintendo y la televisión.

Te felicito por tener unas hijas sanas a las que les estás enseñando a disfrutar de la vida como es, no como la venden.

Un abrazo

Anónimo dijo...

ohhhh...soy com tu! Que alegría encontrar un adulto que sigue no teniendo reparos en jugar y jugar porque es el mejor metodo para aprender que pueda existir!

Gracias por pasarte por Martes...de verdad un placer enorme leer toda esa ternura que desprendes...he disfrutado de cada línia de tí! Me has encandilado ;) y las distancias son pocas cuando hay puentes de sencillez por medio
Y sobre todo eres preciosa..tu mirada y tu sonrisa desprende algo que no necesita palabras!

Un besazo