domingo, 29 de junio de 2008

el búho mensajero


Ayer al salir de mi casa en compañía de la menor de mis hijas y mi abuela, mi marido observador por naturalaza y profesión, nota la presencia de un búho en uno de los árboles de mi casa. La voz popular dice que puede indicar tanto la cercanía de la muerte como la sabiduría, obviamente preferí asumir que era esta última la que nos merodeaba.
Entonces busco bien la definición de inteligencia, porque la de muerte nunca es suficiente para entenderla, y encuentro que la real academia española (RAE) me dice que la inteligencia es
la capacidad de entender o comprender, la capacidad de resolver problemas, habilidad, destreza y experiencia, o bien una sustancia puramente espiritual.
Entonces pienso en mi rol de educadora de mis dos hijas, Florencia (8) y Carola (casi 2), de nuestro papel como parte de la sociedad que hoy nos toca vivir y no encuentro la receta para lograr que sean gente realmente inteligente; con la capacidad de entender, comprender las situaciones propias y ajenas adaptándose a ellas sin resignarse a luchar por lo que quieren, sueñan.
Yo quisiera que ellas verdaderamente tengan la capacidad de resolver, la vida siempre nos traslada a situaciones dolorosas, difíciles en las cuales aunque creamos que no, siempre está en nuestras manos la solución o en su defecto la mejor forma de convivir con esa dificultad.
Quisiera que mi hijas logren avanzar en dirección al futuro sin olvidarse del pasado, que valoren su crecimiento y las huellas que la historia les deja para evitar los mismos errores. Que crecer no debería conllevarte a una renuncia obligatoria, sino todo lo contrario.
Y sobre todo que crezcan sin perder esa sustancia puramente espiritual que tenemos los humanos en la primera infancia. A medida que busco ingredientes, medidas, mezclas para obtener la receta apropiada me doy cuenta que además yo misma quiero ser una persona inteligente, sin perder mi esencia, sin dejar que los años contaminen mis sueños, sin que mis ideales se derritan bajo el efecto del calentamiento global.
Tarea difícil, muy difícil. Sobre todo en estos tiempos que nos tocan vivir, sobre todo si tengo en cuenta que fui mamá a los 26. Pero no me abate la dificultad de semejante tarea, la verdad que no, creo que mientras tanto vamos creciendo y convirtiéndonos en mejores personas.
Tamaña tarea me encomendó el búho. Mientras el pobre seguramente buscaba alguna ratita perdida por ahí.

1 comentario:

En El Corazón del Bosque dijo...

Hola Andina:

Te he descubierto en el blog de Rodolfo y he encontado coaas comunes en tu blog. Ayer ví un búho en mi jardín, y la verdad, también pensé que me traía algún mensaje... Espero que sea bueno.

No es que sea muy superticiosa, pero reconozco qué últimamente he estado preocupada por que he encontrado un acantidad considerable de gorriones muertos. me ha dado muy "mal rollo" como decimos por aquí...

Bueno, quiero pensar que nada malo me depara el destino.

Un abrazo