Tiro a un costado
la bikini
que marca el camino
del bronceado,
buscando
una bufanda de abrazos
que me devuelva tu calor.
Y me olvido el protector
que me cubre
de los rayos ultravioletas
que desprende este dolor,
y me preparo
un té contra el resfrio
de esta cama vacía.
Y cambio helados
por pucheros,
sombrillas
por paraguas
y las ojotas por botas.
Si hasta el verano
se hizo un crudo
invierno
en este dos de febrero,
donde tu cuerpo
no despierta junto
al mío.
Te recordaría en cada paso
Hace 1 semana