No era más que un sueño hecho realidad. Se refriega los ojos, se pellizca el antebrazo para comprobar que no estuviese dormida, ¡más de 800 sabores de helado! Sacude su bolso y apresurando sus pasos se adentra en ese laberinto gélido y delicioso que es la Heladería Coromoto. Él la sigue.
No saben por cual decidirse, mira pausadamente los gustos y sus nombres son parte de la vida de cualquiera. La variedad es asombrosa y extraña: hay de bacalao, vino tinto, garbanzos, alcachofas, berenjena, almejas, calamares, martini, chicharrón, pepsi-cola, hamburguesa completa. El la mira desconcertado. Ella le responde con una mueca, y mientras continúan con la lista, a él se le hace agua la boca imaginando el sabor de su piel adolescente.
Pero a medida que curiosea le surgen aún más incógnitas ¿A qué sabe un helado de “si te amo”? ¿Y un helado de “Año nuevo”?. Atónito e indeciso sigue recorriendo la lista casi interminable, puede leer “Mi chica” sabor que se imaginaba muy dulce. Que viva el amor, Te deseo, Mi primer amor, Viagra, Tentación, Chicas de Brasil, Nidito de amor , Dulces sueños, Terremoto, No seas ingrato...Y sin poder tomar una decisión, la mira a los ojos y le pregunta: ¿qué querés vos, mi amor? Ella sonriendo le contesta un “Amor eterno” y “Noche de bodas”!
Él había pensado en degustar “Noches salvajes” y “Mil amores”. Pero descontando sus ganas de comer, pide uno chiquito de “Perdóname amor”. Cuántos sinsabores tiene la vida, esa fue la última vez que se volvieron a ver.