A decir verdad este año, no ha sido de los mejorcitos. Lleno de inquietudes extrañas y dudas invasivas. Sin embargo, la alternativa de salir corriendo, ocultar la cabeza bajo la tierra o huir a una isla desierta no duró nunca por mucho tiempo en mi cabeza alborotada. Siempre traté de cargar los pulmones de aire, madurar, armarme de fuerzas y buenas intenciones, analizar una vez más la hoja de ruta, y reemprender el camino.
No dudar. No detenerme. Nunca más perder el rumbo… nunca más?Quizás sí, lo que no me permito es retroceder, dar pasos atrás. Ya no. No aceptaré excusas.
Ayer leí que “la vida es un estado transitorio, un camino sin retorno, una aventura fugaz, miserablemente breve, caprichosa y egoísta… que sólo nos ofrece una oportunidad. Si no la aprovechamos, nadie lo hará por nosotros. Es hoy o nunca. Y cuando llegue el invierno y los días sean muy cortos, fríos y oscuros, cuando ya no haya tiempo de volver atrás… no quiero arrepentirme de lo que no hice, de lo que no dije, de lo que no di. No quiero añorar lo que no viví.”
Con esto no pretendo que mi vida se convierta en una eterna primavera, saturada de aroma a flores, sabores de lluvia de verano, caricias de brisa que te rozan la cara y colman el alma, paisajes del extranjero, atardeceres románticos, puestas de sol en la playa… Ni pretendo que siempre huela a jazmines, a aire de montaña, a tierra mojada por la lluvia. Ni que siempre los días soleados derroten a los nublados. Ni ser amiga de todo el mundo.
Con esto no pretendo despertar simpatías, regalar sonrisas, prolongar abrazos. Ni que tu faro deje de guiarme por un segundo. Ni que tenga sabor a helado de dulce de leche y chocolate, que nada ni nadie amargue su sabor. No. Con esto de verdad no pretendo alcanzar la luna con mis besos, ni tapar el sol con las manos.
Sin embargo, si pretendo que el silencio se haga audible, lleno del rumor del mar, o de susurros de viento, de carcajadas. Madrugar cada día a tu lado con quimeras renovadas, darle un beso a la vida, sonreír al mundo, que Flor y Lola le contagien la risa a la fortuna. Sí pretendo que nunca me falten en la alacena los vinos, las charlas y tus caricias.
Sí pretendo no necesitar de pretextos para ser feliz, hacerme amiga de la nostalgia y así no darle motivos para que quiera vencerme. Sí pretendo tomar clases del pasado, disfrutar el presente, soñar el futuro, seducir al destino y disfrutar las casualidades que se convierten en causalidades. Sí pretendo esconder tesoros dentro de tus sueños y que nunca falte un pirata atrevido que los pretenda.
Quizás sea ambiciosa, porque sí pretendo lograr ver lo que el viento no se llevó después del huracán. Lo que dentro de mí queda. Lo que ya nadie me puede quitar…… y mirar en mi interior y sentirme en paz.